CAPÍTULO XXV
QUE TRATA DE LAS EXTRAÑAS COSAS QUE EN SIERRA MORENA SUCEDIERON AL VALIENTE
CABALLERO DE LA DE MANCHA, Y DE LA IMITACIÓN
QUE HIZO A LA PENITENCIA DE
BELTENEBROS
- […] y porque no es bien que te tenga más suspenso, esperando en lo que han de
parar mis razones, quiero, Sancho, que sepas que el famoso Amadís de Gaula fue uno de
los más perfectos caballeros andantes. No he dicho bien fue uno: fue el solo, el primero,
el único, el señor de todos cuantos hubo en su tiempo en el mundo. Mal año y mal mes
para don Belianís y para todos aquellos que dijeren que se le igualó en algo, porque se
engañan, juro cierto. Digo asimismo que, cuando algún pintor quiere salir famoso en su
arte, procura imitar los originales de los más únicos pintores que sabe, y esta misma
regla corre por todos los más oficios o ejercicios de cuenta que sirven para adorno de las
repúblicas; y así lo ha de hacer y hace el que quisiere alcanzar nombre de prudente y
sufrido imitando a Ulises, en cuya persona y trabajos nos pinta Homero un retrato vivo
de prudencia y de sufrimiento, como también nos mostró Virgilio, en la persona de
Eneas, el valor de un hijo piadoso y la sagacidad de un valiente y entendido capitán, no
pintándolos ni describiéndolos como ellos fueron, sino como habían de ser, para dejar
ejemplo a los venideros hombres de sus virtudes.
Desta mesma suerte, Amadís fue el
norte, el lucero, el sol de los valientes y enamorados caballeros, a quien debernos imitar
todos aquellos que debajo de la bandera de amor y de la caballería militamos. Siendo,
pues, esto ansí como lo es, hallo yo, Sancho amigo, que el caballero andante que más le
imitare estará más cerca de alcanzar la perfección de la caballería. Y una de las cosas en
que más este caballero mostró su prudencia, valor, valentía, sufrimiento, firmeza y
amor, fue cuando se retiró, desdeñado de la señora Oriana a hacer penitencia en la Peña
Pobre, mudando su nombre en el de Beltenebros; nombre, por cierto, significativo y
propio para la vida que él de su voluntad había escogido. Así que me es a mí más fácil
imitarle en esto, que no en hender gigantes, descabezar serpientes, matar endriagos,
desbaratar ejércitos, fracasar armadas y deshacer encantamentos.
Y pues estos lugares
son tan acomodados para semejantes efectos, no hay para qué, se deje pasar la ocasión,
que ahora con tanta comodidad me ofrece sus guedejas.
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